Diagnóstico: cáncer
Ahora que todos duermen y reina el silencio más absoluto, surgen en mi mente recuerdos que parecen muy lejanos aunque sé que en realidad no lo son tanto, y se me remueve algo por dentro.
En estos días que empiezan a llegar invitaciones y noticias sobre los actos que se celebrarán con motivo del cáncer de mama no puedo evitar echar la vista atrás y recordar mi propia experiencia.
Fueron dos años muy duros llenos de miedos y de incertidumbre en los que descubrí que nada de lo conocido me podía servir. Me encontraba en un escenario diferente en el que no sabía cómo desenvolverme y notaba con desesperación que nadie podía darme las claves para salir adelante.
Fue durante ese período de tiempo cuando empecé a escuchar palabras como resiliencia, fuente, afirmaciones, meditación, ...
Aprendí muchísimas cosas que por supuesto hubiera preferido conocer de otra manera, pero no tuve elección.
A lo largo de estos años he pasado por varias fases bastante diferenciadas y que recuerdo como negación, duda, ansiedad, aceptación, esperanza y movimiento.
En la fase de negación pensaba obstinada que no me podía estar pasando eso. Era imposible porque me cuidaba, hacía ejercicio, no fumaba, no bebía....
Además, no era el momento (como si hubiera alguno), porque mis niños era pequeños y mi madre afectada de alzheimer vivía conmigo. No tenía tiempo para enfrentarme a un cáncer.
Otro factor era que no me sentía mal por lo que no podía estar gravemente enferma. El diagnóstico no podía ser correcto.
Luego llegó la duda y empecé a pensar que podía ser posible. Sí que era cierto que no sentía dolor ni síntomas pero el bulto estaba ahí y con cada prueba médica empeoraba el pronóstico.
La ansiedad no tardó en llegar y comencé a torturarme con preguntas del tipo ¿moriré? ¿no veré crecer a mis hijos? ¿qué va a pasar con mi familia? y un largo etcétera.
Recuerdo esa sensación de querer correr hasta no poder más y ese pañuelo en la mano que se hizo inseparable durante toda esa fase. Sinceramente pensé que la ansiedad acababa conmigo.
Afortunadamente, después de estas etapas, acepté que estaba enferma de cáncer y que no había más explicación. Cómo dice un refrán "a la orilla del río canta una loca y cada uno se jode cuando le toca". Ésta vez me había tocado a mí y no había vuelta de hoja.
Después de la aceptación vino la esperanza y pensé en lo que me podía servir de apoyo a la quimioterapia primero y a la radioterapia después. Empecé a creer que podía curarme y la ilusión volvió de nuevo a mi vida.
Comencé entonces a buscar toda la información que pude y a probar nuevas disciplinas como el tai-chi, yoga, baile, aquaterapia,... Practicaba cuando el cuerpo, claro está, me lo permitía.
Encontré la serenidad dibujando, primero mandalas y luego rostros o paisajes. Poco a poco empecé a sentirme cada vez mejor.
Si digo que la enfermedad me trajo sólo cosas negativas estaría faltando a la verdad. También hizo que avanzara. Fue algo así como un cursillo intensivo.
Gracias a ella conocí a personas maravillosas que espero que formen parte de mi vida para siempre. Fui consciente además del valor de la familia y de los verdaderos amigos, que permanecieron a mi lado sosteniéndome y haciéndome sentir querida en cada momento.
También me devolvió la espiritualidad y la intuición que habían sido negadas durante muchos años. Y noté la presencia de una voz interior que continuamente me hablaba sobre observar con detenimiento y de percibir lo que no se ve a primera vista. Aún a riesgo de parecer mística tuve experiencias que a día de hoy no puedo explicar.
Éste es a muy grandes rasgos el proceso por el que he pasado durante estos dos últimos años. Hay muchas anécdotas que espero no olvidar y circunstancias muy enriquecedoras pero me extendería demasiado si las contara y no es el propósito de este escrito. Pretendo mostrar que es normal que ante un diagnóstico de cáncer nos derrumbemos al principio pero que es crucial que pongamos de nuestra parte para acelerar el proceso de curación.
Si estás pasando por una experiencia similar mi humilde consejo es que busques dentro de ti. Sin duda necesitas ayuda exterior pero resuelve tus conflictos primero y encuentra la paz que te ayudará a salir adelante. Tómate tiempo para asimilarlo pero luego actúa.
Voy a utilizar una expresión de la Guerra de las Galaxias que me decía un familiar muy querido y que me hacía mucha gracia: "que la fuerza te acompañe".
Si eres familiar o amigo de alguien que se encuentra en este proceso sé fuente de alegría y apoyo constante. ¿A quién no le gusta sentirse querido?
Nunca diré que he vencido al cáncer porque no sé si volverá o no y ahí están las famosas estadísticas. Lo que sí puedo decir es que ahora mi vida es diferente. Sorprendentemente no ha cambiado nada; mis niños siguen siendo pequeños, mi madre vive conmigo, mi marido continúa a mi lado y tengo el mismo trabajo. Me temo que lo que ha cambiado completamente mi mundo es el único hecho de que ahora yo lo miro con otros ojos.
Termino agradeciéndoles su visita y a modo de reflexión con una frase de Stephen Hawking
"Incluso la gente que afirma que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino, mira antes de cruzar la calle."