CAMINO DE LAS CANDELAS
Hace casi cuatro años arrodillada y llorando pedí por mi vida ante la Virgen de Candelaria. Muchos años atrás mi madre había hecho lo mismo en otra ocasión en la que estuve "a puertas" de morir, y no sé si por convicción o imitación, recurrí de nuevo a la Virgen a la que debo mi nombre.
Cuando era pequeña acompañé a mi madre en su promesa por mí; ella decidió recorrer la basílica de rodillas. Quién me iba a decir a mí que tanto tiempo después me acompañaría ella a pedir otro gran favor, y también como si fuera una niña, porque padeciendo alzheimer, aunque me vio llorar como una magdalena, fue incapaz de entender la gravedad del asunto.
El caso es que a escasos meses de cumplir cuatro años desde aquel día, hoy pude por fin llevar a cabo la peregrinación a Candelaria.
Sin forma física pero con determinación, que todo sea dicho de paso, a eso no me gana nadie, me puse en marcha con mi marido, que pensó que no era buena idea que fuera sóla y me acompañó pacientemente, como ha hecho durante todos los años en los que hemos estado juntos y como se suele decir por aquí "hemos pasado carros y carretones".
Días antes me había llegado información sobre el Camino de Las Candelas, y lo interpreté como la señal de que ya era hora de cumplir mi promesa, pues Candela es el nombre con el que firmo los dibujos, cuentos, reflexiones y fotos que comparto con todos ustedes en este blog.
El Camino de Las Candelas es una ruta que se hace paralela a la autopista y sale del Tablado, pasando por Punta Prieta, El Puertito de Güimar y el polígono industrial de la zona. Hasta El Puertito de Güimar es como un paseo, muy agradable y llevadero. No sé si estábamos cansados, pero cuando llegamos al polígono se nos hizo interminable; quizás por la monotonía del paisaje o porque íbamos ya pensando en la llegada a Candelaria.
La familia nos animó y nos envió varios mensajes de aliento, así es que sintiéndonos acompañados, después de tomar un respiro, seguimos nuestra marcha.
La ruta la hicimos temprano y sólo vimos algún peregrino que iba por la autopista, pero por este camino no nos cruzamos con ninguno. Eso sí, persona que veíamos, persona que nos sonreía y nos daba los buenos días; ole mi gente.
Tardamos cuatro horas y pico en llegar a Candelaria y ya con el deber cumplido respiramos hondo y nos dirigimos a hacerle una visita a la Virgen Morenita.
Misión cumplida. Hoy volví a arrodillarme pero esta vez no lloré. En esta ocasión agradecí y pedí por todos. Cansada, muy cansada, pero sin embargo más viva que nunca.
Por fin cumplí mi promesa y hoy soy consciente de que todo pasa por algo y que tengo mucho que agradecer.
Comparto algunas fotografías que tomé en el camino con el móvil. No son gran cosa, pero comprenderán que hoy el objetivo era otro ;)