Esta publicación va dedicada a mi madre, que nos dejó hace poco más de tres meses. He estado un tiempo con el blog bloqueado porque los últimos momentos fueron muy duros y no tuve ni tiempo ni fuerzas para hacerle seguimiento. Hoy he decidido compartirlo de nuevo con este humilde homenaje.
Algunos saben que padeció una enfermedad larga y devastadora, y confieso que en la recta final, sentir con impotencia que su luz se iba apagando, verla empequeñecer, no fue nada fácil, me sequé por dentro. Aunque siempre fui consciente de que su vida se iba, me sigue resultando tremendamente doloroso decir adiós. Y eso que de alguna manera llevo muchos años de duelo porque el mal de Alzheimer fue borrando poco a poco su memoria. Afortunadamente, durante un tiempo tuvo claros oscuros que yo aprovechaba para conectar con los recuerdos compartidos, instantes mágicos en los que nos podíamos permitir volver a ser madre e hija. ¡Benditos momentos!
Los que me conocen saben que mi madre siempre fue y será muy especial para mí. Me enseñó muchísimas cosas. Aprendí de ella siendo niña, joven, adulta, durante su larga enfermedad y después de su muerte, sigo aprendiendo.
Siempre me sentí orgullosa. Fue una mujer comprometida, valiente, entusiasta, fuerte y empática. Era de las personas que cuando se presentaba una situación complicada daba un paso al frente y se entregaba en cuerpo y alma. Conozco a personas que piensan que es más inteligente eludir responsabilidades, pero mi madre me enseñó con su ejemplo, que no es así como avanza el mundo.
Ella tenía una gran vocación de servicio, daba sin recibir nada a cambio y muchas veces lo hacía en silencio, como una hormiguita. Su generosidad no siempre fue comprendida, pero ella era así, sin dudarlo, la mejor persona que he conocido. Me enseñó el valor de los buenos actos, los que marcan la diferencia. No pude tener mejor maestra y agradezco a la vida por tan maravilloso regalo.
La recuerdo con su preciosa sonrisa, iluminándolo todo. Su carisma y su gran sentido del humor, la acompañaron a lo largo de su vida y permitieron que tanto ella como yo pudiéramos soportar los momentos más difíciles.
Doy gracias por haberla podido acompañar durante estos años, guiándola, tal y como ella hizo conmigo en tantos momentos importantes de mi vida.
Cuando me sienta triste recordaré los abrazos, los besos, las miradas de complicidad y sus simpáticos toques de humor. Cerraré los ojos y la sentiré siempre a mi lado.
Descansa en paz, mamá ❤.