A veces tendemos a confundir el orgullo con la dignidad.
Cuidado porque la línea que los separa es muy delgada y suele servir para enmascarar otro tipo de sentimientos.
En este caso no me estoy refieriendo al orgullo que sentimos al alcanzar alguna meta que nos ha costado lograr sino al que hace que nos creamos superiores a los demás y los miremos por encima del hombro.
El orgullo hace que nos perdamos muchas cosas buenas que la vida tiene para ofrecernos porque nos paraliza. Nos impide ver más allá de nosotros al mismo tiempo que nos va envenenando y convirtiéndonos en personas amargadas y solitarias. Llenas de resentimiento porque no hemos podido aclarar las situaciones que nos han dolido y ofendido.
Somos humanos. La vida no es fácil y hay circunstancias con las que todos tenemos que lidiar un día sí y al otro también. No somos perfectos y nos equivocamos continuamente pero afortunadamente en nuestras manos está el poder reconocer nuestros fallos y pedir perdón. Y ahí es donde suele entrar el orgullo que paraliza, envara y nos separa del amor.
Por otro lado, si es otra persona la que nos pide comprensión por un acto que nos hirió siempre podemos reconocer su esfuerzo y darle otra oportunidad. Sin embargo hay veces que levantamos la cabeza negándonos a perdonar y pensamos que somos muy dignos cuando lamentablemente se está tratando de puro orgullo y miedo a que nos vuelvan a lastimar.
La dignidad creo que se trata de otro sentimiento más noble que viene a significar algo así como el respeto que nos tenemos a nosotros mismos y el hecho de hacernos respetar. En este caso el sentimiento es de valía y merecimiento.
Cuando actuamos desde el orgullo nos puede la arrogancia y cuando lo hacemos desde la dignidad estamos partiendo desde un puesto de igualdad.
Seguro que todos conocemos casos de hijos, padres, hermanos a los que el orgullo les ha dominado haciendo desaparecer el amor y separándolos de por vida. Quizás con un pequeño gesto sus vidas y las de sus familias hubieran sido diferentes....
El orgullo nos resta y nos coloca en una posición de rigidez que nos impide avanzar.
¿Seremos capaces de dar el primer paso?
Un gran escrito, pero muy complejo, ya que el amor tiene muchas caras, como también el desamor. Es una línea continua que va desde el amor más egoísta con todos sus frutos hasta el amor incondicional con todos los suyos.
ResponderEliminarTambién es verdad que hay que saber pedir perdón y perdonar a los que pidan perdón o no, simplemente por no albergar resentimientos hacia los que nos han hecho daño. Sin embargo, el perdón también está mal entendido, pues no significa sentir cariño por aquel que nos ha herido, pues estas personas han dejado heridas que solo el tiempo puede curar y no se pueden forzar las cosas. También es verdad que sin maldad por parte de estas personas, podemos volver a ser heridos por ellas al estar éstas a un nivel de conciencia inferior al nuestro y crearnos aún más resentimientos, o bien tras falsas peticiones de perdón pueden esconderse intentos de volvernos a dañar y esto es lo que tenemos que evitar por el bien de nuestra alma, que es nuestro tesoro.
Así de compleja es la naturaleza humana y son los sentimientos de las personas, Doña Candela.
Y ahora sí, Doña Candela, le deseo un muy feliz descanso. ¡Buenas noches!.
Bajo mi punto de vista, Pedro, creo que la clave está en la comunicación. Ya que tenemos esa maravillosa herramienta que es el lenguaje deberíamos usarla y no dar por entendido que los demás saben lo que sentimos.
ResponderEliminarTambién es cierto que el aceite no se mezcla con el vinagre con lo que hay veces que por mucha voluntad que pongamos.....
Muchísimas gracias por sus palabras. Siempre muy interesantes.
Evidentemente, Doña Candela, cada uno comenta bajo un puesto de vista diferente, basado en la experiencia vivida y en la propia percepción de las cosas y aquí nada hay que decir, pues su experiencia es tan válida como la mí.
ResponderEliminarLo que sí es cierto es que la gente no se comunica como debiera y que debido a los cristales que tiñen sus mentes entiendan las cosas de formas muy diferentes y hasta a veces distorsionadas.
También es verdad que es mejor no mezclar el aceite con el vinagre. Hay realidades incompatibles, por lo cual, en este caso lo mejor es aplicar la sabia máxima de cada uno en su casa y Dios en la de todos.
Y a estas horas de la noche ya le deseo un feliz descanso con los sueños más hermosos que pueda tener para mañana gozar de un despertar feliz para afrontar un nuevo día.
Ha sido un verdadero placer leerla, Doña Candela.
¡Buenas noches!,...