La primera vez que leí que la vida era como un viaje sin meta y lo que contaba era el camino, me quedé muy sorprendida.
Me gustaba pensar que era "dueña" de momentos, cosas, o incluso personas y ésto proporcionaba una cierta estabilidad a mi vida. Sin embargo, asumiendo este concepto tuve que aceptar que la permanencia tal y como la conocía, no existía.
No sé ni cómo ni cuándo sucedió. Supongo que fue poco a poco que empecé a sentirme cómoda con este pensamiento y un día al fin pude comprender que mi camino había comenzado sin saberlo desde mi nacimiento y a cada decisión tomada, algunas fruto de una profunda reflexión y otras totalmente imprudentes, por arte de magia se había presentado un escenario diferente. Como aquellos libros interactivos que aparecieron creo que por los años 80 en los que según la elección de la página se llegaba a diferentes finales. Recuerdo haber leído algunos, pero no debieron causarme una gran impresión porque no logro acordarme de ninguno en concreto.
Hace relativamente poco tiempo entendí que cuando daba un paso hacia adelante también lo lograba internamente, hacia dentro, porque cada experiencia vivida me permitía conocerme un poco mejor y me proporcionaba nuevas herramientas para representar mi papel protagonista en este camino que como todos sabemos es de un sólo sentido, aunque a veces tengo la extraña sensación de estar regresando al punto de partida. Reconozco que asumir la responsabilidad de ser protagonista también lo considero uno de mis grandes descubrimientos de estos últimos años.
Echar la vista atrás, que como dice la famosa canción es bueno a veces, hace que me sienta muy afortunada porque a lo largo del camino he estado acompañada, no siempre por las personas esperadas; a medida que unas desaparecían otras hacían su entrada y así sucesivamente. Unas se unieron en etapas, otras por minutos, y los hay que desde que llegaron decidieron no separarse y aunque cada uno tiene su propio camino personal que recorrer, se mantienen cerca, muy cerca.
Algunos me enseñaron grandes lecciones, tanto dulces como amargas, y aportaron más de lo que se imaginan a mi vida. Sin embargo, otros desaparecieron sin pena ni gloria, como meros figurantes de los diferentes escenarios vividos.
A los seres queridos que completaron su camino siempre los recordaré con cariño y los guardaré en un espacio distinguido de mi corazón. Mi memoria, como saben los que me conocen, no es precisamente una de mis virtudes, pero curiosamente puedo recordarlos perfectamente con todo lujo de detalles. Nunca murieron y nunca lo harán porque sé que en realidad ya forman parte de mí.
Hoy, como tantas otras veces, me pregunto que pasará al final del camino. Supongo que todos alguna vez nos hemos planteado esta gran incógnita. Hay quienes aseguran que nos convertiremos en energía pura, quienes piensan que obtendremos el descanso eterno, los que opinan que nos reencarnaremos en diferentes seres para seguir aprendiendo nuevas lecciones y también los hay que sostienen que simple y llanamente nos desintegraremos y nos convertiremos en nada. ¿Quién sabe?
Parecen estar plenamente convencidos de sus argumentos y tratan de explicarlos una y otra vez, queriendo convencer a los demás o quizás de autoconvencerse a sí mismos.
Bajo mi humilde opinión ninguno se equivoca porque cada cual acepta lo que le funciona y lo que refuerza su modo de vida. ¿Acaso existe la verdad absoluta?
A pesar de que advierto cosas buenas en todos estos pensamientos para serles sincera no suelo ver en blanco y negro, distingo matices. Y hoy por hoy sigo transformando mis creencias, no sé si porque nunca fueron sólidas o porque como quiero pensar, a cada paso que doy continúo descubriendo nuevos elementos. Me sorprende lo que se manifiesta desde la más absoluta sencillez y casi sin darme cuenta se me van cayendo velos.
A veces sé que no es sencillo continuar caminando pero es necesario no parar. A pasos largos, cortos, rápidos, lentos, o arrastrando los pies, pero hay que persistir. Todos tenemos nuestras propias piedras que debemos reconocer y apartar, y probablemente aparecerán más de una vez, pero estoy segura de que con paciencia terminarán por desaparecer.
Habrá días de mucha luz que iluminarán nuestro sendero y también algunos que amanecerán grises, pero tanto unos como otros en el fondo sabemos que son necesarios y sin duda nos enseñarán grandes lecciones.
Caminando, avanzando hacia fuera y hacia dentro, sabremos, y cada cosa se revelará en su justo momento. Caminemos, pues.
Buenas tardes, Doña Candela.
ResponderEliminarProfundo su escrito acerca de la vida. Verdaderamente es un viaje eterno en el que vamos de meta en meta, de tiempo en tiempo, evolucionando y creciendo por medio de la interacción en diferentes escenarios que se desvanecen, no sólo tras volver a la vida espiritual espiritual, sino en esta misma vida. El proceso de nacer y "morir" (la muerte no existe, es una ilusión), ya lo estamos viviendo aquí, en esta vida, cada día que pasa. Cuando empezamos un día nuevo, dejamos el anterior y nacemos a uno nuevo y así cuando en este libro interactivo que Vd. llama a la vida (¡felicidades por tan excelente comparación!), cambiamos de escenario, también dejamos uno para nacer en otro.
Respecto al más allá y la verdad de la vida, cada uno la tiene que encontrar por sí mismo, por medio de la experiencia, la búsqueda de la verdad y la meditación de las informaciones recibidas desde el prisma del amor de la vida y de su lógica pero ésta, siempre apoyada en el amor. Todo aquello que no se base en estas premisas debe ser desechado ya que se cuentan muchos disparates al respecto y cosas que desconciertan a las personas, aparténdolas de la paz.
La verdad es una y la señal de que uno se acerca a ella se nota en la paz interior y alegría de quien la halla. Esto son los sellos de garantía. Lo demás, fruto de elucubraciones mentales que sin base en el conocimiento del amor, sólo llevan a la confusión de las personas y a veces a la locura, cosa que hay que evitar. Muchos, por analizar demasiado las cosas sin la luz del amor de la creación, han acabado con crisis personales dignas de diván.
Y ahora, vamos a por su siguiente entrada.
¡Buenas noches, don Pedro!
ResponderEliminarEspero que se encuentre bien.
Le agradezco muchísimo sus comentarios. Sabe que siempre los valoro y pienso sobre ellos.
Estoy totalmente de acuerdo con usted en la importancia del amor como base del entendimiento y eso supongo que se traduce en una gran responsabilidad personal, la de "limpiarnos por dentro" para poder mirar con los ojos de un niño. Y me refiero con esto a eliminar la toxicidad que sin ninguna mala intención, todo sea dicho de paso, se nos inculcó.
Yo tengo la creencia de que el camino me lleva de regreso a casa y según va pasando el tiempo me siento más cómoda y con la sensación de que estoy redescubriendo. Quizás no tenga ni pies ni cabeza ésto que escribo pero es lo que percibo.
Dios nos libre de la locura, don Pedro. Es una enfermedad terrible. Pensar sí, pero sin obsesionarse. Teniendo la confianza de que todo llegará a su debido tiempo.
Le sigo a la otra entrada.
Buenas tardes, Doña Candela.
ResponderEliminarGracias por su interès por mi estado. Sí, a Dios gracias me encuantro muy bien, con ganes de volver.
Contestando a su comentario, desde luego que todos tenemos que limpiarnos por dentro para eliminar toda classe de toxicidad que se nos ha inculcado en la vida.
Coincido con Vd, en que el camino nos devuleve a casa y nos permite redescubrirnos. Lo que escribe tiene pies y cabeza y más cuando es una percepción sentida, pues la verdad siempre mora dentro de nosotros. También coincido con Vd. en que Dios nos libre de la locura y de que pensar y meditar es Bueno, però sin obsesionarse y analitzar las coses en demasía. Toda preginta tienen una respuesta que llega siempre a su debido tiempo.
¡Vamos a por su otra respuesta!.