Aprendiendo

Un día, entre sesiones de quimioterapia, empecé a trazar rayas sin sentido y semanas más tarde me encontraba con la necesidad de dibujar.

Mi cuerpo estaba bajo mínimos pero mi mente no paraba de trabajar y era agotador. Sin embargo, cuando dibujaba o pintaba podía desconectar y entrar en un espacio de silencio y recogimiento. Algo así como un rincón de luz. Mi lugar de luz.

Siempre me consideré negada para temas artísticos. Quizás porque alguien me lo dijo de chica y yo seguí repitiéndomelo de mayor. A estas alturas de mi vida he dejado de ser tan crítica y he pasado a permitirme algunas licencias.

Y así surge este blog. Sin grandes pretensiones y con la idea de compartir dibujos, fotos, palabras, sueños.... Supongo que es como tirar una botella con mensaje al mar. No sabes si alguien lo recibirá, si le agradará o si será entendido. Si llegó hasta ti espero que te guste. ¡Bienvenido a mi lugar de luz!

domingo, 13 de septiembre de 2015

Camino




La primera vez que leí que la vida era como un viaje sin meta y lo que contaba era el camino, me quedé muy sorprendida.
Me gustaba pensar que era "dueña" de momentos, cosas, o incluso personas y ésto proporcionaba una cierta estabilidad a mi vida. Sin embargo, asumiendo este concepto tuve que aceptar que la permanencia tal y como la conocía, no existía.
No sé ni cómo ni cuándo sucedió. Supongo que fue poco a poco que empecé a sentirme cómoda con este pensamiento y un día al fin pude comprender que mi camino había comenzado sin saberlo desde mi nacimiento y a cada decisión tomada, algunas fruto de una profunda reflexión y otras totalmente imprudentes, por arte de magia se había presentado un escenario diferente. Como aquellos libros interactivos que aparecieron creo que por los años 80 en los que según la elección de la página se llegaba a diferentes finales. Recuerdo haber leído algunos, pero no debieron causarme una gran impresión porque no logro acordarme de ninguno en concreto.

Hace relativamente poco tiempo entendí que cuando daba un paso hacia adelante también lo lograba internamente, hacia dentro, porque cada experiencia vivida me permitía conocerme un poco mejor y me proporcionaba nuevas herramientas para representar mi papel protagonista en este camino que como todos sabemos es de un sólo sentido, aunque a veces tengo la extraña sensación de estar regresando al punto de partida. Reconozco que asumir la responsabilidad de ser protagonista también lo considero uno de mis grandes descubrimientos de estos últimos años.

Echar la vista atrás, que como dice la famosa canción es bueno a veces, hace que me sienta muy afortunada porque a lo largo del camino he estado acompañada, no siempre por las personas esperadas; a medida que unas desaparecían otras hacían su entrada y así sucesivamente. Unas se unieron en etapas, otras por minutos, y los hay que desde que llegaron decidieron no separarse y aunque cada uno tiene su propio camino personal que recorrer, se mantienen cerca, muy cerca.
Algunos me enseñaron grandes lecciones, tanto dulces como amargas,  y aportaron más de lo que se imaginan a mi vida. Sin embargo, otros desaparecieron sin pena ni gloria, como meros figurantes de los diferentes escenarios vividos.
A los seres queridos que completaron su camino siempre los recordaré con cariño y los guardaré en un espacio distinguido de mi corazón. Mi memoria, como saben los que me conocen, no es precisamente una de mis virtudes, pero curiosamente puedo recordarlos perfectamente con todo lujo de detalles. Nunca murieron y nunca lo harán porque sé que en realidad ya  forman parte de mí.

Hoy, como tantas otras veces, me pregunto que pasará al final del camino. Supongo que todos alguna vez nos hemos planteado esta gran incógnita. Hay quienes aseguran que nos convertiremos en energía pura, quienes piensan que obtendremos el descanso eterno, los que opinan que nos reencarnaremos en diferentes seres para seguir aprendiendo nuevas lecciones y también los hay que sostienen que simple y llanamente nos desintegraremos y nos convertiremos en nada. ¿Quién sabe?
Parecen estar plenamente convencidos de sus argumentos y tratan de explicarlos una y otra vez, queriendo convencer a los demás o quizás de autoconvencerse a sí mismos.
Bajo mi humilde opinión ninguno se equivoca porque cada cual acepta lo que le funciona y lo que refuerza su modo de vida. ¿Acaso existe la verdad absoluta?
A pesar de que advierto cosas buenas en todos estos pensamientos para serles sincera no suelo ver en  blanco y negro, distingo matices. Y hoy por hoy sigo transformando mis creencias, no sé si  porque nunca fueron sólidas o porque como quiero pensar, a cada paso que doy continúo descubriendo nuevos elementos. Me sorprende lo que se manifiesta desde la más absoluta sencillez y casi sin darme cuenta se me van cayendo velos.

A veces sé que no es sencillo continuar caminando pero es necesario no parar. A pasos largos, cortos, rápidos, lentos, o arrastrando los pies, pero hay que persistir. Todos tenemos nuestras propias piedras que debemos reconocer y apartar, y probablemente aparecerán más de una vez, pero estoy segura de que con paciencia terminarán por desaparecer.

Habrá días de mucha luz que iluminarán nuestro sendero y también algunos que amanecerán grises, pero tanto unos como otros en el fondo sabemos que son necesarios y sin duda nos enseñarán grandes lecciones.

Caminando, avanzando hacia fuera y hacia dentro, sabremos, y cada cosa se revelará en su justo momento. Caminemos, pues.