Aprendiendo

Un día, entre sesiones de quimioterapia, empecé a trazar rayas sin sentido y semanas más tarde me encontraba con la necesidad de dibujar.

Mi cuerpo estaba bajo mínimos pero mi mente no paraba de trabajar y era agotador. Sin embargo, cuando dibujaba o pintaba podía desconectar y entrar en un espacio de silencio y recogimiento. Algo así como un rincón de luz. Mi lugar de luz.

Siempre me consideré negada para temas artísticos. Quizás porque alguien me lo dijo de chica y yo seguí repitiéndomelo de mayor. A estas alturas de mi vida he dejado de ser tan crítica y he pasado a permitirme algunas licencias.

Y así surge este blog. Sin grandes pretensiones y con la idea de compartir dibujos, fotos, palabras, sueños.... Supongo que es como tirar una botella con mensaje al mar. No sabes si alguien lo recibirá, si le agradará o si será entendido. Si llegó hasta ti espero que te guste. ¡Bienvenido a mi lugar de luz!

domingo, 29 de junio de 2014

Ángeles anónimos. ¿De verdad existen?




Había oído historias acerca de personas cuya capacidad de servicio y entrega sobrepasaba lo humanamente explicable. Algo difícil de asimilar en un mundo tan materialista, cuando la mayor parte de las veces que se realiza un acto solidario se alardea y anuncia a bombo y platillo.

Sin embargo, hay personas que prefieren pasar desapercibidas y que sólo con el hecho de servir a los demás obtienen su recompensa. Es más, prefieren permanecer en el anonimato y cumplen a rajatabla la máxima "que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha" (Mt 6:3).

Creo que pasa como con todo. Cuando estamos tan ocupados que parecemos máquinas no nos fijamos en los detalles y no vemos más allá de nuestro propio ombligo, pero cuando "bajamos las revoluciones" parece que la vida también se ralentiza y nos da tiempo de observar y de analizar. Y las percibimos, porque están ahí.
Estas personas tienen el don de la prudencia porque justo cuando se les necesita es cuando hacen acto de presencia, con una gran sonrisa y transmitiendo serenidad y alegría.
Lo mismo están en el banco de una plaza, que ayudando a cruzar la calle, en los hospitales,...

Personalmente he pasado por momentos muy curiosos y enriquecedores que al principio me descolocaban pero que luego he aceptado y agradecido. A veces me encontraba recelosa esperando que alguien desconocido que me había ayudado regresara para pedirme algo a cambio, pero ninguno volvió. Simplemente desaparecieron casi sin darme tiempo a reaccionar.
Es llamativo que estos ángeles anónimos prefieran la sombra y el más puro silencio. De esta manera muchas de sus obras no se conocen jamás y otras sólo a su muerte. ¡Cuántos momentos, situaciones complicadas y vidas han salvado!
Benditos seres que "sacrifican" su tiempo para hacer el bien a personas que no conocen. No tienen sentido del "yo" sino del "nosotros".

Gracias, gracias y mil veces gracias a los que han aparecido en mi camino.