Aprendiendo

Un día, entre sesiones de quimioterapia, empecé a trazar rayas sin sentido y semanas más tarde me encontraba con la necesidad de dibujar.

Mi cuerpo estaba bajo mínimos pero mi mente no paraba de trabajar y era agotador. Sin embargo, cuando dibujaba o pintaba podía desconectar y entrar en un espacio de silencio y recogimiento. Algo así como un rincón de luz. Mi lugar de luz.

Siempre me consideré negada para temas artísticos. Quizás porque alguien me lo dijo de chica y yo seguí repitiéndomelo de mayor. A estas alturas de mi vida he dejado de ser tan crítica y he pasado a permitirme algunas licencias.

Y así surge este blog. Sin grandes pretensiones y con la idea de compartir dibujos, fotos, palabras, sueños.... Supongo que es como tirar una botella con mensaje al mar. No sabes si alguien lo recibirá, si le agradará o si será entendido. Si llegó hasta ti espero que te guste. ¡Bienvenido a mi lugar de luz!

viernes, 2 de mayo de 2014

Carta a mi madre




Déjame que te diga que te quiero.  No me parecen suficientes las mil y una veces que te lo he repetido. 

Ahora ya adulta podría hablarte de madre a madre pero tu enfermedad hace que a veces no me entiendas y me mires extrañada. Todavía sabes quién soy y en esos claros oscuros que a veces surgen puedo permitirme recuperar un poquito de ti. En esos instantes hablamos, reímos y recordamos ...

Cuando me das las gracias por guiar tus pasos siempre sonrío y pienso que en realidad la agradecida soy yo por tenerte. ¡Qué orgullosa estoy de ti! Pienso en el pasado y en todos los problemas que tuviste que enfrentar sola y créeme, todavía crece mi admiración.

Te extraño. Estás sólo a ratitos y hay momentos en los que te ausentas y no sé cómo hacer que regreses. Perdona, pero a veces se me olvida que ahora soy yo la adulta y que tú lo que necesitas es de mi serenidad y aplomo. Me has llamado mamá, confundida, y he sentido tristeza pensando que te habías ido pero aquí sigues, resistiendo con esa energía que siempre te hizo única. 

Déjame que te cuente que ahora que soy madre empiezo a saber lo que se hace por un hijo. Yo, desde el momento en el que nacieron, sentí como si mi corazón se expendiera y un trocito de él se colocara en cada uno de ellos. Sus alegrías me hacen feliz y sus tristezas me conmueven. Supongo que lo mismo te debió suceder a ti.

Hay momentos en los que me sorprendo mirándolos complacida y agradecida por tanta dicha. Son totalmente diferentes y cada uno tan especial. Trato de educarlos lo mejor que sé, intentando respetar su individualidad y carácter.
Cuando enfermé pedí primero meses, luego un par de años y al final décadas de vida porque quería que mis hijos me pudieran recordar. Deseaba poder transmitirles muchas cosas. Aprender a querer a los demás y  demostrárselo, a valorar lo que tienen, a respetar y tolerar lo que no entienden, a ser honrados y a amar la naturaleza, los animales, .... Quizás el día de mañana ellos decidan seguir otro camino pero no será porque no les hablé de ello. 

Mamá, es curioso que a veces pensemos que las cosas caras son las que más valoran pero ahora sé que no es así. Yo no puedo elegir lo que recordarán mis hijos de mí pero si tengo claro lo que está en mi memoria. Momentos que no cambiaría por nada del mundo. Tardes de domingo alrededor de la cocina esperando que terminaras de hacer alguno de tus deliciosos postres, espacios de confidencias, risas, abrazos, caricias. 

Quisiera que mis hijos recordaran que una madre ama incondicionalmente y que ellos desde antes de nacer fueron queridos. Y también deseo que algún día puedan estar orgullosos de mí como yo lo he estado y estoy de ti.

Déjame repetirte una vez más cuánto te quiero...