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-Dibujo a lápiz- |
Érase que se era una virtud que caía en el olvido. Muy usada en el pasado había dejado de ser relevante para muchos y poco a poco se había ido perdiendo.
Sólo un número reducido de personas sabían de su existencia y la practicaban, pero estos seres eran tildados de raros, anticuados, cándidos o lelos.
Esta virtud que podía ser casi una forma de vida esencial para relacionarse en sociedad lamentablemente se encontraba en "peligro de extinción".
¿Saben de que se trata? Un tanto dramático el comienzo de este post, lo reconozco, pero sí, amigos, les hablo del respeto.
Esa palabra tan importante que abarca tantos aspectos de nuestras vidas.
El más fundamental y la base de todo respeto es el que nos debemos a nosotros mismos pero también está el respeto a las ideas, las creencias, la condición social, el color de la piel, el entorno y un largo etcétera.
Me entristece ver la forma en la que muchas veces son tratados nuestros mayores y la manera en la que nos expresamos al hablar de los demás, en un lenguaje hiriente, carente de respeto. Me doy cuenta apenada de cómo ha cambiado nuestro entorno y en cómo hemos perdido las señas de identidad en pos de una globalización que a veces asusta. Y añoro, por qué no decirlo, con cierta melancolía el pasado.
Creo que en nuestros días tenemos un gran reto, que es el de transmitir este valor a las nuevas generaciones. No tratando de imponerles esta idea porque sí, sino haciéndoles reflexionar y explicándoles las ventajas de esta gran virtud que facilita enormemente la convivencia.
Respetemos pues el derecho de cada ser a escoger la manera en la que desea vivir y cómo no, respetemos también a la naturaleza que es y será nuestro hogar durante muchos años.
Termino esta entrada agradeciéndoles su atención y a modo de reflexión con una cita del Dalai Lama que nos anima a seguir las tres R:
-Respeto por ti mismo
-Respeto por los demás
-Responsabilidad por tus acciones