Revisando las fotografías que tomé esta navidad me encontré con ésta, que edité como la ilustración de un cuento de aventuras y que ahora comparto con ustedes.
Me encanta fotografiar senderos y caminos y esta vez que estábamos de caminata por los alrededores del pueblo no me pude resistir a captar este momento.
Como pequeña reflexión reconocer que los adultos siempre pensamos que enseñamos grandes lecciones a los niños pero la realidad es que son ellos los que continuamente nos muestran la evidencia de que muchos de los actos que realizamos a diario y por los que perdemos la cabeza, son estúpidos y carentes de sentido.
Los niños viven intensamente, como si cada día fuera el último, sin renunciar a nada, porque todo es posible. Nosotros sin embargo nos perdemos entre tanta teoría y buscando la mejor manera de hacer las cosas, dejamos de tener experiencias propias reales.
Aprendamos de ellos, o más bien recordemos, y recuperemos al niño que fuimos; apagando el botón de automático y empezando a practicar el arte de sentir con los cinco sentidos.
¿Caminamos juntos? ;)