"Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea"
Paulo Coelho
De mis hijos aprendí que hay que vivir más en el presente, con intensidad y concentrados en lo que nos ocupa en cada momento. A saborear los gratos instantes de la vida y a no dramatizar en los complicados.
Los pequeños se adaptan a los cambios sin los problemas que contemplamos los mayores. Recuerdo que cuando eran muy chicos iban pasando por las diferentes etapas y siempre me sorprendía la facilidad con la que las superaban. A veces los límites los ponemos nosotros.
Como anécdota, creo que tengo miles, pensando en no causarles un trauma me pasé casi toda la quimioterapia con un pañuelo en la cabeza en su presencia. Un día muy caluroso de verano los coloqué delante y les dije que íbamos a probar una cosa, que yo me quitaría el pañuelo y veríamos qué es lo que pensaban, y si no les gustaba pues me lo volvería a poner y no pasaría nada. En el momento en el que me desprendí de él, se agarraron de las manos, hubo unos segundos de silencio y comenzaron a reír sin parar. Terminamos a carcajadas los tres. Gran lección la de aquel día en el que aprendí que hay que normalizar las cosas y enfrentarlas como adultos pero jamás de los jamases perder la visión de un niño.
*Para realizar este dibujo tuve como guía una fotografía de mi sobrina y mi hijo mayor hace unos añitos. Dios los bendiga.